QUE ANDA CON DIOS


Aunque es importante creer en la Biblia, y en la muerte, la resurrección y la segunda venida de Cristo, si esas creencias no resultan en la conversión, en un cambio de la vida, en una conducta piadosa, son de muy poco provecho. Y el medio por el cual se verifica y se mantiene ese cambio, es la oración.

La oración es la religión hecha práctica; es la creencia en acción. Cuando una persona comienza a orar, abandona la teoría y se lanza a una experiencia. Se encuentra conversando con Dios y dentro de poco lo pone a prueba. Entonces espera en Dios y contempla su obra. En su propia vida, y en la vida de otros, comienza a ver a Dios en acción.

Es verdad que Dios puede actuar sin nuestras oraciones, porque nos conoce el corazón desde antes de que le hablemos. Pero cuando oramos, es como si abriéramos las ventanas y puertas del corazón y las dejáramos de par en par abiertas para recibir el Espíritu Santo. Y éste, como la luz y el viento, entra para realizar su ministerio que cambia la vida y obra los milagros de transformación que constituyen, o debieran constituir, nuestro principal anhelo.

Los adventistas del séptimo día creen en la oración. Tratan de andar con Dios como lo hizo Enoc en la antigüedad. Piensan que el cristiano que no ora no es en realidad my cristiano.

La oración es absolutamente esencial para la vida piadosa. Ninguna persona puede vivir como debe, como Dios desea que viva, si no ora; y para los adventistas que esperan el retorno de su Señor y anhelan estar listos para encontrarse con él, este asunto es de suprema importancia. Por lo tanto, dan énfasis a la oración privada y familiar; la oración en reuniones de jóvenes y en cultos de la iglesia; oración en sus casas editoras y en sus hospitales; oración en una semana anual de oración para toda la iglesia y dos semanas por año, una en primavera y otra en otoño, en cada escuela primaria y secundaria y en cada universidad adventistas.

Invitación a orar.
Para todo esto, tienen el más sólido fundamento bíblico. A lo largo de toda la Biblia hay docenas de invitaciones a orar, como éstas :"Clama a mí y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces"(Jeremías 33:3) "Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana"(Isaías 1:18)

Dice el Señor Jesús: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí , que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas" (San Mateo 11:28,29)

Nótese que con cada invitación hay una promesa. Algunas son especialmente hermosas y alentadoras. Notemos algunas más :"Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él hará"(Salmo 37:5). "Los afligidos y menesterosos buscan  las aguas, y no las hay; seca está de sed su lengua; yo Jehová los oiré, yo el Dios de Israel no los desampararé" (Isaías 41:17) "Me invocará, y yo le responderé; con él estaré yo en la angustia; lo libraré y le glorificaré"(Salmo 91:15)

¡Qué glorioso pasaje es también éste: "El invocará mi nombre, y yo le oiré, y diré: Pueblo mío; y él dirá: Jehová es mi Dios"! (Zacarías 13:9) Otra vez, citamos palabras del Señor Jesucristo mismo :"Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho" (San Juan 15:7)

Con invitaciones a la oración y promesas de respuesta como las que hemos leído, ¿quién ha de negarse a probarlas por sí mismo? Verdaderamente Dios no pudo habernos ofrecido más. De veras, en estas maravillosas promesas, él abre todo el tesoro del cielo a quienes lo aman y buscan su ayuda. Después de haber dado a su Hijo unigénito, todo lo demás ese menor. Como escribió el apóstol San Pablo, "el que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?"

Oraciones contestadas
Para quienes exigen evidencia de oraciones contestadas antes de creer en la palabra de Dios, la Biblia presenta innumerables ejemplos de ello. Recordemos algunos:

El hombre que deseaba consejo acerca de qué debía hacer, y Dios se lo dio (Jueces 6:39,40)

La mujer que anhelaba tener un hijo y Dios se lo dio en respuesta a su petición (1a Samuel 1:27)

El joven que deseaba sabiduría sobre todas las cosas, y la recibió (1ª Reyes 3:5-15)

El moribundo que oró pidiendo sanidad, y Dios le extendió la vida por 15 años (2ª Reyes 20)

La iglesia que oraba pidiendo poder espiritual y experimentó el reavivamiento de Pentecostés (Hechos 2:1,2)

A todos estos casos podemos añadir centenares de otros iguales que se relacionan con casi cada tipo de necesidad y anhelo del corazón humano. Juntos, constituyen la mayor prueba de que Dios está dispuesto y listo a contestar las oraciones fervorosas de su pueblo.

Hay condiciones y limitaciones para la oración. Nadie puede esperar que Dios conteste su oración si vive desobedeciendo deliberadamente algunos de los mandamientos divinos conocidos. David entendía esto claramente, pues dijo "Si en mí corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me habría escuchado"(Salmo 66:18) El apóstol San Juan dio énfasis al mismo principio vital en estas palabras: "Cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradable delante de él"(1ª San Juan 3:22)

A fin de obtener el perdón de los pecados, debe haber contrición y un espíritu de humildad, como leemos en 2ª Crónicas 7:14: "Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados". "La oración eficaz del justo puede mucho"(Santiago 5:16)

A fin de recibir respuesta a nuestras oraciones, debemos anhelar de todo corazón la bendición que pedimos. Dice Dios: "Me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón"(Jeremías 29:13)

Cuando no recibimos respuesta a nuestra oración, antes de inculpar a Dios, miremos dentro de nosotros mismos para ver si no hemos cumplido con alguna de las condiciones. Quizá la oración era demasiado egoísta, y la respuesta deseada nos perjudicaría mas bien que beneficiarnos. Siempre cuando oramos debemos expresar nuestra sumisión a la voluntad de Dios. Entonces, si la respuesta viene pronto o tarde, continuaremos confiando en él, seguros de que "justo es...nuestro Dios en todas sus obras".

Contestará Dios ahora

Probablemente alguien se diga: "No puedo creer en la oración. Estos casos presentados son historia antigua; sucedieron hace muchos siglos; las cosas son diferentes ahora".

Es verdad que las cosas son diferentes ahora; pero Dios es el mismo. El Dios que vivió en los días de Daniel es exactamente el mismo actualmente. Está tan dispuesto a ayudar a sus hijos necesitados que viven en el siglo XX como ha estado dispuesto a ayudar a sus hijos de los siglos pasados. Si Ud. pone esto en duda, pruébelo en su propia vida.

Los adventistas del séptimo día han encontrado que Dios contesta las oraciones; por eso creen todas estas historias de la Biblia. Aceptan las condiciones que Dios ha puesto para contestar las oraciones y tratan de cumplirlas.

Anhelan un compañerismo íntimo con sus Señor que pueda resultar en una experiencia religiosa personal y en oraciones contestadas. De buen grado le dirán a UD. lo que Dios ha hecho por ellos. Estarán más que dispuestos a orar con Ud., si así lo desea.

Ultima actualización :04.10.09